No vi el color del cielo en verano, no pude observar la maldad en sus ojos con la que envolvía mi inocencia de amar sin límites, el mar que mojo tu cuerpo iba restando el tiempo que te tuve entre mis brazos, se encargo de destruir aquel inmenso amor sin medida., destruyendo así aquel castillo de arena que había aprendido a construir en cada pensamiento.
Había perdido el control en una noche, bajo un vino sin tocar mi cuerpo, todo corrió y tropecé con el mayor dolor que los años habían dejado en aquellos recuerdos, en aquellos sueños, que viví en su momento, hoy renació burlando un juego mas entre pequeños y minúsculos desniveles de poco respeto.
Las supersticiones habían sido engaño propio, está vez no había motivo alguno, pero deje consumir la vela de un recuerdo bajo un libro que aumentaba mi poco ego perdido por aquel mundo que me otorgo dicha de momento…
Era el juego de mañana, entre aquellos sonidos diversos entre canciones predeterminadas. No bastaba un te quiero, no pedía un cielo entre mis suelos, pero ahí estaba consumiendo a paso lento, sigiloso midiendo la .sabiduría a cada respuesta, entre culpas y meditaciones.
Aquel típico adolescente maduro e inmaduro de antaño había bebido del agua, sin medir que jamás volverá a saciar su sed en aquel río que busco muy cerca de él.
No hay gratificaciones alguna a aquellos salvajes de momento, aquellos seudos inteligentes que emergen entre aquellos jardines de rosas intoxicando el puro ambiente, “Matando la vida ajena sin medida”.
Hoy la vela con aquella fragancia dejo de consumirse al tope de la desesperación, el poco llanto y la fuerza brusca de mis suaves manos, tenía que dar pausa y conducir mi propio rumbo, el que dirigía con el suave manantial que veía mis ojos en cada esperanza.
Hoy no miró de costado, no engaño aquel noble corazón dolido entre falacias en el tiempo, hoy vago lento llegando al principio de mi felicidad a conducción de muchos sueños por navegar, muy lejos de lo indeseado…
Picture: Yuri Valdera Asin
