jueves, 18 de febrero de 2010

ReFleJo...

La sutil característica que engalana mi letra, fue un día cualquiera, una llamada inesperada, en realidad fueron mas de 6 sin contar, una alegría que limitaba obstáculos de otros entre lazos muy cercanos iba gobernando mi vida…
Con la sinceridad de una noche no pude cerrar los ojos, tal cual era mi facilidad, el dominio de gozar un sueño, hoy estaba de llanto en ausencia, de gritos a lo lejos, de confusiones entre discursos, de licor en un grupo social cualquiera.
La verdad era un llanto, la verdad tan frágil era limitada entre el egoísmo de muchos. Quizás de un mismo egoísmo que marcaba mi pasado.
Tan difícil es valorar la vida, tan difícil es cuando no la vives como la mereces o no la sueñas como la dibujas o simplemente no pudiendo alimentarte de tu propia e intima realidad que duele.
Cuando queremos ocultar lo que no se siente, cuando jugamos a ser fuerte lastimando el órganos mas débil, la fría realidad, simple y fría realidad
Sin embargo hace mucho en aquel entonces cuando apenas yo gobernaba el significado de vivir la vida, puede apenas dibujar con mi propio pulso, pude apenas inspira lo anhelado, cuando nadie podía entre rejas mis pasiones, tuvo que llegar a cual grito de gloria.
Hoy no basto los recuerdos para atormentar lo que en aquel ataúd había muerto, donde el olor apenas rozaba mi entorno, donde el aire me ahogaba entre fronteras lejanas, entre recuerdos y realidades…
Ha pasado infinitos días y aún pasaran según mi destino, con los obstáculos que se brincará de la mano de aquel indefenso que tan solo busca pisar aquello que marco un día con mis huellas, así es mi recuerdo…
Simples para mucho, pero con el hondo pesar de aquel instante, como si nadie viviera entre mi alegría, donde el llanto era satisfacción del incrédulo, No había motivo alguno, solo soñar hasta el día, aquel que fuese el indicado, aquel que merezca mi llanto…un llanto que fuese cual alegría.
No intento acongojar al no pudiente, sin embargo que hinque donde duela, cuya sangre si se pudiera refresque al inocente.
Que la dicha sea eterna, de los míos de los tuyos y del mundo, que surja con la frialdad de aquella amenaza, de aquel incierto del destino…


HILDA GARCÍA HERRERA…