viernes, 5 de marzo de 2010

A Presencia de baxter

Fue un día cualquiera, una noticia inalcanzable, pero ahí apareció él, con sus ojos caídos y pelaje de color suave canela, muy a menudo he rozado mi piel con sus bruscos juegos, entre arañones y patadas que produjo infinitas molestias, era aquel de nombre baxter que no dejaba una inquietud de lado.

No duro mucho, como si el destino arrancara lo que yo no goce entre la alegría ajena, mis limitaciones como miembro fiel a mi integrada familia era nula por mi lejanía, pero la ausencia se marco, aquella noche entre un actividad, donde solo se brinda alegrías, fue opacada al golpe que marco el flechazo final, ahí lo pude ver, sin movimiento alguno, sin respiración como signo de nuestra felicidad, así como llegó sin noticia alguna, se tubo que ir por el destino divino de arriba.

No hubo acto presencial brusco, que marcara mi ira ante mis ojos, por aquel que marco el dolor ante un cariño, tanta maldad ante la inocencia de aquel moribundo que lloro ante su final, basto mi indignación ante lo vivido.

Hoy ya sin latidos a metros bajo tierra, con el recuerdo viviente de los más queridos, Lizeth y Jhoab, porque permanecerán en sus corazones, aun las lágrimas ya hayan cesado…


HILDA GARCÍA HERRERA

FRIALDAD DIVINA

Una tristeza que acongoja la realidad de aquellos moradores de ésta tierra, quizás el supremo gobernante haya limitado bajo su conciencia el regalo de dicha en un nacimiento, y hoy apenas cerro los ojos que un día el llanto regalo con alegría.
Cual partida rutinaria de infinitos, tan claridad de golpe que entre sangre y desconcierto, apenas puede recopilar entre uno que otro insignificado comentario, cual gloria en el cielo, va pidiendo un llamado.
No fui testigo fiel entre el sangriento acontecimiento, pero basta imaginar aquel dolor intenso, pero con la claridad de la vida, que uno no ha comprado, Ha de llegar en cualquier minúsculo instante, porque no hay precio alguno, porque no existe corrupción presente ante lo divino, ante la facilidad con la que se dirige la falsa tierra entre muchos…
Irá directo al cielo he pensando mil vecés con la que he negado tan fríamente mi conceptos de divinidad, pero intentar buscar una paz allá en el cielo sería un sueño familiar…
Un choque fue el cese brutal de aquel que ensucio las afueras divinas de llanto, la tibia y sangrienta humedad con la que enfrió el corazón de muchos allegados, aquellos que aceptando su destino compartían infinitos momentos, hoy en silencio por el destino…
Un día cualquiera. No pronosticado, fuese a cualquiera y por donde fuese tal fatalidad sin anuncio marco el silencio caminar a otro mundo…
HILDA GARCÍA HERRERA