Fue un día cualquiera, una noticia inalcanzable, pero ahí apareció él, con sus ojos caídos y pelaje de color suave canela, muy a menudo he rozado mi piel con sus bruscos juegos, entre arañones y patadas que produjo infinitas molestias, era aquel de nombre baxter que no dejaba una inquietud de lado.
No duro mucho, como si el destino arrancara lo que yo no goce entre la alegría ajena, mis limitaciones como miembro fiel a mi integrada familia era nula por mi lejanía, pero la ausencia se marco, aquella noche entre un actividad, donde solo se brinda alegrías, fue opacada al golpe que marco el flechazo final, ahí lo pude ver, sin movimiento alguno, sin respiración como signo de nuestra felicidad, así como llegó sin noticia alguna, se tubo que ir por el destino divino de arriba.
No hubo acto presencial brusco, que marcara mi ira ante mis ojos, por aquel que marco el dolor ante un cariño, tanta maldad ante la inocencia de aquel moribundo que lloro ante su final, basto mi indignación ante lo vivido.
Hoy ya sin latidos a metros bajo tierra, con el recuerdo viviente de los más queridos, Lizeth y Jhoab, porque permanecerán en sus corazones, aun las lágrimas ya hayan cesado…
HILDA GARCÍA HERRERA
No duro mucho, como si el destino arrancara lo que yo no goce entre la alegría ajena, mis limitaciones como miembro fiel a mi integrada familia era nula por mi lejanía, pero la ausencia se marco, aquella noche entre un actividad, donde solo se brinda alegrías, fue opacada al golpe que marco el flechazo final, ahí lo pude ver, sin movimiento alguno, sin respiración como signo de nuestra felicidad, así como llegó sin noticia alguna, se tubo que ir por el destino divino de arriba.
No hubo acto presencial brusco, que marcara mi ira ante mis ojos, por aquel que marco el dolor ante un cariño, tanta maldad ante la inocencia de aquel moribundo que lloro ante su final, basto mi indignación ante lo vivido.
Hoy ya sin latidos a metros bajo tierra, con el recuerdo viviente de los más queridos, Lizeth y Jhoab, porque permanecerán en sus corazones, aun las lágrimas ya hayan cesado…
HILDA GARCÍA HERRERA