miércoles, 19 de septiembre de 2012

I NEED AN HAPPY ENDING



Mil y una clasificación sin entender, más aún fue tanta la facilidad y dejo caer rocas como granizo, donde las lágrimas  iban blanco al corazón, lo escrito era el reflejo consecuente de malos actos y equivocados, como eco repetitivo a sombra viva…
No dude en gritar mi silencio al duro recorrido bajo mi filosofía, erase un final rutinario.  
De tanto poco o mucho merecedor del destino, lo intenté mil veces, observando el poco interés, acaso era la oclusión imperfecta del silencio, que no ofrecía sus mejores deseos.
Busque gestionar, modular e incursionar donde no debí, porque mis manos caían al deseo de lo odontológico, cuyo puentes protésicos eran el camino que intenté desviar. Dónde mis oídos sordos creían entender a un frio y elocuente personaje del amor por necesidad de momento.
Ahí me miré mil veces por un gesto, sin contexto, pero era mi propia necesidad y el egoísmo o desesperado estilo de vida que a más de uno había lastimado. Fue el sueño testigo que iba siguiendo mis pasos, y ahora no han de reconocer las huellas, puesto que la falsedad lastimo, y condeno al inocente merecedor de tan sólo grito de piedad y amor.


HILDA GARCÍA HERRERA.





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